domingo, 24 de febrero de 2008

Delirio (IV)

En sus nidos, bailan valses las orugas, al ritmo de violines desafinados y hojas secas de otros árboles. Hasta que algunos niños tiran piedras a ese salón de hilo de baile, y las orugas caen, se olvidan de bailar y salen corriendo hasta que mueren debajo del pie de algún ser humano.

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