miércoles, 18 de junio de 2008

El bufón

(Perdonen la extensión del escrito pero no he tenido tiempo de hacerlo más escueto.)

 Las luces laterales del teatro se apagaron y el bullicio del personal se incrementó considerablemente. Después de unos minutos de retraso la gente esperaba ansiosa la salida de los artistas. Todo el bufon[1]teatro se sumergió en la más absoluta oscuridad y solamente las luces de emergencia permitían ver los bonitos ojos de la chica de al lado. Repentinamente se iluminó el enorme telón rojo que hacía de medio fondo del escenario. La algarabía aumentó y los silbidos se mezclaron con los aplausos. Pero las luces volvieron a apagarse. ¿Qué extraño juego se traían entre manos los técnicos?. ¿Acaso probaban nuestra paciencia?. ¡ ¡ ¡ Un momento!!!. Algo se ha movido desde el lateral del escenario. Tras el plegado cortinón verde aparece una especie de … ¿bola?. No muy grande. Apenas del tamaño de una pelota de golf. ¿Amarilla?. La semioscuridad no permite distinguirla del verde. Adherida a la bola aparece una especie de cuerno de color… ¿azul?. Le siguen más bolas. Y más cuernos de diferentes colores. Hasta un total de cinco. Un foco de luz por fin se da cuenta de la presencia del engendro. Sin duda alguna era un gorro de bufón. Y al gorro venía pegado… un bufón. Con una cara que era una mezcla entre horrorosa, graciosa y traviesa. Sonreía descaradamente mostrando su enorme dentadura y el maquillaje había conseguido alargar su sonrisa hasta límites insospechados. El traje de varios colores a contrajuego con su hermoso gorro. Unas mallas amarillas que acababan en unas babuchas de color verde. Al maquillador se le había ido la mano con la raya de los ojos que terminaba cerca de la sien como un balazo sublime y fino. Tardó un rato en mostrar todo su cuerpo, como si le asustara que todo el mundo viera su delgadez. Pero no tenía miedo. Sonreía mientras la gente gritaba y le silbaba.

- ¡Reyes, proscritos y niños!. – gritó – Damas, princesas, doncellas… - susurró.

El silencio hizo su aparición de repente, como si a todo el mundo le interesara lo que aquel personaje tenía que decir.

- Gobernantes y paletos. Creídos y soplagaitas. Vencidos y dominantes. Señoritas y putones. ¿ Se han preguntado que hace un  bufoncillo, con un pantál amarillo dedicándoles mis palabras?. – A cada palabra su cuerpo se retorcía y saltaba, corría, se encogía, bailaba.

- Vinieron a ver a otros y se encontraron con esto… - cruzó los pies y mostró, bajando los brazos su esquelético cuerpo .- Lo lamento, de veras. No entretendré demasiado de su preciado tiempo. No es mi intención molestarles. No vinieron a verme a mí. Lo sé. Pero en esta puta vida nada se puede prever… ¿Quién les dijo esta mañana al levantarse que a esta hora un bufón les daría una perorata?. Nadie, me imagino…

De un pequeño y gracioso salto se sentó en el borde del escenario y cruzó las piernas metiendo entre ellas las largiluchas manos y dejando caer los pies para que colgaran.

-¿Se han preguntado si esta será la única sorpresa de la noche?. Usted, preciosa dama, - bajó de su improvisado asiento y se dirigió a pequeños saltos a una hermosa chica que se sentaba en la primera fila y que no pudo reprimir un gesto de susto al ver que aquel ser se acercaba a ella - ¿Cómo se llama?, si no es mucha indiscreción…

- Nuria… - susurró la chica con un tímido hilo de voz que surgió de su boca.

- Hermoso nombre para hermosa hembra… - Puso cara de pensador meditabundo, cosa difícil en una cara tan maquillada.- ¿Y dígame, señorita …?, porque no está usted casada, ¿verdad?

Entre risas nerviosas y cara de pánico la chica negó mientras el bufón acercaba peligrosamente su cara a la de Nuria que se encogía en su asiento. El engendro empezó a oler a la chica, cada vez más cerca su nariz de su cara, y tras unos segundos de tensión exclamó - ¡ Chanel! , ¡que perfecta elección para tan bella damisela!... Permítame que le pregunte… ¿Se lo ha rociado antes de salir de casa o a la entrada del teatro?.

Nuria estalló en un ataque de risa nerviosa junto a sus amigas que a su alrededor asistían al homenaje que aquel “bicho” salido de la nada se estaba dando a costa de la vergüenza de su compañera. Una vez consiguió aplacar su risa tonta, Nuria contestó – …A la puerta del teatro… - y volvió a romper su risa.

-Perfecto. Me lo imaginé.- Aclaró el ser haciendo una pausa entre las dos frases.- Es un perfecto prefacio a mi teoría de que la gente vive de las apariencias. – De repente el bufón subió escandalosamente su voz asustando aún más al grupo de chicas.- ¡De verdad creen que yo me gano la vida como bufón!. … ¡Pues no!. Para eso ya hay otros que se la ganan por mí… como bufones, por supuesto. Conozco gente a la que se les podría poner delante de las narices un papel en el que se refleje la fecha de su asesinato y una petición de consentimiento y lo firmarían sin darse cuenta… - De repente el bufón soltó una aguda carcajada que asustó a Nuria una vez más. Era una mezcla entre la sonrisa del Mozart de Milos Forman y el relincho de un caballo. Su cara cambió y una seriedad escondida entre el maquillaje afloró en su gesto.

De un brusco movimiento se volvió hacia Nuria (que de nuevo se asustó) y mostró su mano vacía con unos enormes y largos dedos a poco menos de dos centímetros de la cara de la asustada chica.- ¿Ve algo en esta mano?.- le preguntó. La chica negó. - ¿Está segura?.- La chica afirmó. En un rápido movimiento apareció entre sus dedos una hermosa y extraña flor. Era una margarita con los pétalos verdes. Exageradamente preciosa. - ¿Se dan cuenta?. Ni siquiera se pueden fiar de aquello que tengan delante de sus narices. Es más… ni siquiera se pueden fiar de aquello que tengan entre manos… -En ese preciso momento la hermosa flor desapareció de la mano de Nuria logrando arrancar un lamento de todos aquellos que poblaban sus alrededores. -¿Le ha dolido, bella dama, la desaparición de tan hermosa criatura?.- Nuria afirmó poniendo morritos. – Vaya… eso me molesta, aunque más me molesta que esa flor no esté en su sitio. En el campo. No es la flor tan hermosa en su preciosa mano como podría serlo en una llanura rodeada de sus hermanas. Imagine, kilómetros y kilómetros llenos de vida y hermosura… que no caben en una mano humana. En cualquier caso, y teniendo en cuenta que lo que le interesa son las apariencias, hágame el favor de aceptar esta otra flor-. En otro rápido movimiento volvió a sacar otra flor idéntica… pero de plástico.

- Dijo un sabio – gritó – que todo aquello que puedas desear acabará en el cubo de la basura – caminó por el pasillo central y en un extraño saltó se dirigió a una chica morena que también se asustó. – Señorita, su móvil.- La chica asombrada, abrió su bolso y comprobó que, efectivamente era su móvil. Lo cogió y lo metió dentro del bolso cerrando la cremallera de este.- Su lápiz de labios- dijo el bufón volviendo a dirigirse a ella. La chica puso un extraño gesto entre el susto, el asombro y la risa nerviosa. Agarró su lápiz de labios y esperó a ver que era lo siguiente que aquel monstruo le había robado. Pero falló. - ¿Se fiarían ustedes de alguien como yo? – prosiguió – ¡!! Quiero oír su respuesta ¡¡¡ - gritó, y la gente comenzó a esbozar un tímido “no” hasta hacerlo grito. – Lo imaginé. Este vestuario, esta cara… este aspecto, en fin. Imagino que se fiarían mucho más de un individuo vestido de Armani que les ofreciera guardarles su dinero prometiéndoeos un 1,4% de beneficio… y que les robaría algo más que el móvil… “Líbrame señor de los que visten bien que de los que visten mal ya me libro yo solo”. Curiosa frase… - El bufón se dirigió hacia su lugar en alguna parte del escenario. Volvió a subir las escaleras que se presentaban desafiantes al final del pasillo central.

- Y bien. ¿Han aprendido algo esta noche?. Imagino que no. Y en caso contrario, seguro que pronto lo olvidarán. Se olvidarán de que no deben fiarse de aquellos que visten bien, tienen la cara más plácida, las costillas más delgadas o la cara más oronda. De aquellos que visten Armani, uniforme, mono de soldador, llevan galones, o ejercen algún tipo de pseudo-autoridad. Lo olvidarán. Y no les será difícil hacerlo… ¿O si?...

El bufón corrió traviesamente hacia un lado del escenario y preguntó - …por cierto… ¿de quién es este móvil? – y volvió a lanzar su estremecedora carcajada. Repentinamente tres columnas de humo surgieron hacia el techo dividiendo en tres el escenario y el bufón desapareció mientras todo el mundo comprobaba su móvil. Un gran sonido de batería y guitarra eléctrica inundó el teatro. Cayó el telón rojo y comenzó el concierto.

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